jueves, marzo 21, 2024

Mi tío Rodrigo falleció

 Anoche en Costa Rica, ya era la mañana para mí, falleció mi tío. Rodrigo y yo nos queríamos mucho. Conversamos juntos tantas veces por las noches, cuando todos se dormían, desde aquel viaje que hice de niña, tendría 11 años, y luego ya universitaria compartiendo rompope, que es el equivalente tico de ponche crema. Tenía una moto, había sido músico, trabajado como guía turístico en España, en política en Costa Rica, y contaba con mucho orgullo entre sus miles de anécdotas cómo le dio pereza ir a saludar a los Beatles. Es como el hombre que casi conoció a Michi Panero: casi conoció a John Lennon "y es bastante más de lo que jamás soñaríais en mil vidas" diría Nacho Vegas. Me acuerdo que de niña me regaló un peluche de perro triste, al que bauticé Rodri, y ya de grande le regalé yo un peluche de elefante anaranjado, que era su color preferido. Casi que era su único color, en los últimos años todas sus cosas se fueron cambiando al naranja.

Siempre es una extrañeza esto de la muerte. Por ahora, no creo que sea del todo consciente de que mi tío Rodrigo falleció esta noche en Costa Rica, esta mañana para mí. ¿qué cosas entenderás ahora, Ro?




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Y de repente, en medio de mi inconsciencia ante la noticia, siento como un nuevo gran vacío. Mi tío era grande, con una panza turgente, dura, diría que orgullosa, montada sobre unas bellas piernas de futbolista y unos pies enfundados en unas cholas. Con pantalones cortos color beige y guayabera, gorra naranja. La barba hace años blanca, siempre decía que se ofrecería como san nicolás (¿lo habrá hecho? ¿cuántas cosas que decía, hacía?)  y el pelo, aunque calvo, un poco largo por los lados. Guapo incluso en esas circunstancias, como se podía ver en sus fotos de joven y delgado. Bueno, empecé a sentir ese vacío, ese nuevo vacío, que de repente se me apareció como una profundidad. Una nueva profundidad, como estar agarrando espacio, volumen, en lo oculto. en lo oscuro, que hasta ahora parecía una pared negra. de repente lo vi: el hueco que siento en mi cuerpo hoy está en el otro lado, con una parte de mí. No es solo él quien se queda en mis recuerdos. Una parte de mí está allá. en el más-allá. 

sábado, marzo 09, 2024

Butler y el terrorismo



Creo que Judith Butler se equivoca al diferenciar los actos de H el 7 de octubre de terrorismo alegando las motivaciones del grupo. Casi siempre los actos terroristas son una respuesta a algo que se considera injusto (y casi siempre lo es). Es decir, pueden ser perfectamente actos terroristas de resistencia. Pero terroristas.

Diría que los actos terroristas de H, que fueron terribles y lo siguen siendo en la memoria, marcaron el tono y la intensidad de la respuesta terrorista, a escala genocida, de Israel. Para denunciar el genocidio y la masacre actual por parte del ejército israelí en Palestina no hace falta disminuir el carácter de los actos de H.

De hecho, diría que es una guerra a medida del terror de H. Su ejecución mantiene la misma lógica de los terroristas. El gobierno y el ejército de Israel nos dice que espera que con toda esa violencia, ese control absoluto no solo de las armas, sino de la comida, de las medicinas, de cualquier espacio de seguridad para millones de inocentes, conseguirá liberar a los rehenes y acabar con H. Y lleva ya meses midiendo hasta cuándo aguantan los extremistas, sabiendo que lo aguantan todo. Una guerra (masacre) a medida de la locura de los extremistas, que ahora mismo son todos.

jueves, julio 13, 2023

para proyecto dioscuros

 Del otro lado de mí, más atrás de donde yazgo, el silencio de la casa toca el infinito. Oigo caer el tiempo, gota a gota, y ninguna gota que cae se oye caer. Me oprime físicamente el corazón físico el recuerdo, reducido a nada, de todo cuanto ha sido o he sido. Siento la cabeza materialmente colocada en la almohada donde la apoyo formando un valle. La piel de la funda tiene para mi piel un contacto humano en la sombra. La propia oreja, sobre la cual me apoyo, se me graba matemáticamente contra el cerebro. Pestañeo de cansancio, y mis pestañas hacen un sonido pequeñísimo, inaudible, en la blancura sensible de la almohada erguida. Respiro, suspirando, y mi respiración sucede: no es mía. Sufro sin sentir ni pensar. El reloj de la casa, lugar cierto en el medio del infinito, toca la media hora seca y nula. Todo es tanto, todo es tan profundo,

¡todo es tan negro y tan frío!