martes, febrero 07, 2012

Joan Brossa

"Yo me desnudo / y vosotros os vestís"
Poema, Brossa

Joan Brossa es uno de esos descubrimientos que agradecemos; que llegan con una pequeña llamada de atención de alguien, un simple "¿has oído hablar de...?", y luego, por una ley de casualidades que no sabemos explicar, como en cadena, diferentes hechos y personas te acercan al mismo nombre.

Pasé de vivir dos años en la misma calle que llevaba su fundación, muchísimas cuadras más arriba, y desconocerlo del todo, a conocerlo justo cuando toda su obra fue enviada al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Pero bueno, esto podría ser considerado una casualidad más, o una casualidad al contrario, o finalmente, una muestra más de cómo su obra se está moviendo, llamándonos, buscando atención.

Así que me dispongo a darle yo una salidita por aquí, mientras espero a mi gran amiga Annabel, que viene el viernes, y quien fuera la primera en nombrármelo.

Lo primero que seduce de este poeta-artista, o simplemente poeta (como él quería demostrar, que sólo hay poetas y la materia en el que se despliega esa poesía es indiferente) es la libertad con la que creó, la libertad con la que se permitió poetizar. Creo que no todos los artistas se permiten ese espacio de espontaneidad, casi siempre en nombre de las obras perfectas. Y aunque pueden tener razón en ello - es probable que algunos de los objetos poéticos de Brossa no sean tan buenos como otros - esa misma libertad es en sí un manifiesto ejemplar, e incluso, un manifiesto ejemplarizante: que invita a seguirlo.

Nacido en 1913, es considerado surrealista, heredero dadaísta y participante con su obra en la mayoría de los movimientos de la vanguardia española, y más específicamente, catalana. De hecho, en una época en que su lengua estaba prácticamente prohibida, escribió únicamente en catalán. Se dice que no toda su obra ha sido aún publicada, pero que ya se encuentran unos 80 libros publicados bajo su nombre, entre poesía versificada, guiones de teatro surrealista y de cine experimental, además de otros géneros intermedios de difícil clasificación, pero, una vez explorados por él, ahora existentes.

Algunos de sus poemas son tan bellos por lo delicado y aparentemente intrascendente de la escena, como éste:

Cosmogonía

Adelantaba ligeramente el muslo
y lo ponía entre las piernas,
y su pierna izquierda la
ponía encima, por fuera
de mi muslo izquierdo.

La plasticidad de la imagen, que va recreándose en nuestra imaginación (como en cámara lenta), compone esa cosmogonía, es decir, esa inauguración de un nuevo universo a través de este acercamiento, de esta nueva forma en que el caos se ha ordenado. Qué es un poema si no ese orden creado por la voz poética; esa mudanza atrapada, pero no detenida, sino infinitamente en movimiento.

En otro de sus poemas, más bien amoroso, pero finalmente un poema sobre la libertad, el autor nos habla de su gran triomf:

El gran triunfo

Siento el latido inmenso en la llanura
y lo canto en la altura de la cumbre.
En plena libertad, libre procura
Todas las Cosas. Jamás servidumbre

En la fuente del gozo, en tu hermosura
he hallado. ¿Ves?, amor, en muchedumbre
cruzo el dédalo; mas contigo, pura
naranja que ha crecido de la lumbre,

¡Cuánta luz salta con la sombra mía!
En plenitud de paz en ti me inclino,
más allá del amor nada nos guía:

Sendas y objetos vuelcan el destino
en la hoguera del alba. Noche y día,
la tuya, amor, al tiempo desafía.


Además de poeta de palabras, y de palabras dispuestas conservadoramente en versos alineados, tiene, como dije antes, muchos poemas visuales, caligramas, y los llamados objetos y poemas urbanos, que se encuentran en distintos lugares de Barcelona, y que ahora que tardíamente conozco al autor, los reconozco en mi memoria. Entre ellos, el nombre romano de la ciudad, ubicado frente a la Catedral:


Y otros muchos objetos, como la bellísima máquina de escribir que hay en la parte superior de este post, que parece colorear el papel y devolverlo convertido en lindos listoncitos.

Aunque el post se está haciendo infinito, no debo dejar de decir lo mucho que me recuerda al poeta portugués Mário Cesariny, también surrealista, una década menor, que lo sobrevivió una década más, y para quien la libertad y la vida - darle vida a la vida - parecía lo único necesario. Ambos fueron también críticos con la burguesía, de educación de izquierdas, pero sin dogmatismos ni ceñiduras; de vocación sobre todo creativa y creadora- Cesariny además de poeta fue pintor, e incluso protagonista de pequeños performances surreales, como el que se puede ver aquí, donde describe magistralmente la belleza y el desatino de su país, Portugal. Cesariny nos describe a su modo, en su lengua, y en su tradición (pues este poema es, además de muchas cosas, una clara y satírica respuesta a Tabacaria, de Fernando Pessoa) su gran triunfo:

Pastelaria

Al final lo que importa no es la literatura
ni la crítica de arte ni la cámara oscura
Al final lo que importa no es bien el negocio
ni tener el dinero sin perder las horas de ocio
Al final lo que importa no es ser joven y galante
- hay tantas maneras de arreglar un estante
Al final lo que importa es no tener miedo: cerrar los ojos frente al precipicio
y caer verticalmente en el vicio
¿No es verdad muchacho? Y mañana habrá futbol
antes de haber cine madame blanche y parola
Que al final lo que importa no es que haya gente con hambre
porque así como así aún hay mucha gente que come
Que al final lo que importa es no tener miedo
de llamar al gerente y decir muy alto al lado de mucha gente:
¡Gerente! ¡Esta leche está ácida!
Que al final lo que importa es poner en alto el cuello del abrigo
a la salida de la pastelería, y allá fuera –¡ ah, allá afuera! – reír de todo
En la risa admirable de quien sabe y gusta
tener lavados y muchos dientes blancos a muestra

Este tipo de voces iluminan el panorama poético, pero además, nuestro día a día. Nos recuerdan a todos los que a veces le pedimos más "justicia" a la realidad, que ese caos nos pide apenas cosmogonías cotidianas, dientes limpios, y nada de miedo. Para terminar, unas palabras certeras de Brossa, de esas que debemos llevar como amuleto:

Per ser feliç, mortal, camina sempre i oblida