domingo, mayo 31, 2009

Los sueños de ser otro

Clem soñaba con ser otro. Así como Octavio había sido quizá hacia dos semanas un perro llamado Clark, con unos dueños niños, a los que debía perseguir hasta agotarse por el jardín infinito, o quizá un pobre Peck encerrado en un apartamento aún más pequeño que el suyo, orinando en papeles de periódico, gordo no por la buena comida sino por la falta de actividad; ahora era el compañero de Sasha, paseaba dos o tres veces al día y tenía otro nombre y otra residencia. Quizá cambiándolo todo podría rehacerse.
Qué le pasaba a Clem?
Qué le pasó antes? Le pasó algo, o ya lleva tanto tiempo así que no lo recuerda?

Marisela en cambio quería ser ella misma, según creía. Quería ser tan ella, que se le olvidaran todos los demás. Quería que el mundo sólo fuera ella.

Pero esta es la historia sin amor. Y todos sabemos que sin amor, no hay historias. Sabemos que sin amor, las cosas son como mecanismos sin aceite, chirreantes, ruidosos, sin rumbo ni sentido. Clem no amaba, nadie amaba a Clem. Marisela apenas si supo alguna vez lo que era amarse a sí misma. Pero Octavio, parecía amarlo todo, agradecerle por lo que le daba. Qué absurdo, pensó Clem. No quería ser un perro. Quería conseguir eso que había conseguido Octavio. Pero los perros no consiguen nada, no? Son conseguidos. Clem planificó un viaje. Debía perderse, finalmente, para ser encontrado. Una vez más, que alguien lo encontrara. Hablaría de eso en la universidad. Alguna beca, algun viaje. Podía dejarle los perros a sus tíos, o quizá, al dueño de Octavio cuando llegara. Le hablaría de la buena relación entre él y Sasha, y se compadecería de separarlos.
Compasión. Al menos eso sí tenía Clem.

La falsa humildad de M.

Recuerdo una vez que iba en el metro de Caracas en hora pico.
En el metro de Caracas cualquier hora podría parecerle a un despistado
hora pico.
Pero si realmente debe subirse a las 5, como cuando me subí, entenderá
las expresiones: "como sardinas en lata", o
"estamos tan apretados que si me pica una bola se la rasco al de al lado".

En eso, un señor que estaba muy cerca de mí, porque como dije no hay
otra manera de viajar en el metro, comienza a vociferar

"Hitler tenía razón!"

"Negros de mierda!!!"

"TODOS DEBERÍAN MORIR!!"

Y la gente alrededor fue variando su posición, curiosos y
probablemente molestos ante los improperios del desconocido.
Al repararse de quién estaba gritando, el vagón completo estalló en
carcajadas. Uno más atrevido, le dijo "Y usted qué es lo que tiene
blanco? será la pepa del culo"
Porque sí, el señor que nos acusaba a todos de merecer la muerte por
el color de piel, era tan negro como su odio por los de esa raza.
Alarmado, pero consciente, el desconocido se detuvo unos segundos a
reflexionar. Volteó para contemplar su reflejo y luego afirmar:

"Yo también soy un negro de mierda"

Pausa. Sonrisas y compasión.

"y por eso debería morir".

Fin

Moraleja: quien no te conozca que te compre.

lunes, mayo 25, 2009

La modernidad, la historia y la histeria.

De nuevo, Paz, pero luego viene la Lispector a darnos una clase de lo mismo hecho cuento-poema:

"Progreso.
Nuestra idea del tiempo como cambio continuo no sólo es una ruptura del arquetipo medieval cristiano sino que es una nueva combinación de sus elementos. El tiempo finito del cristianismo se vuelve el tiempo casi infinito de la evolución natural y de la historia pero conserva dos de sus propiedades constitutivas: el ser irrepetible y sucesivo.
La modernidad niega al tiempo cíclico de la misma manera tajante con que San Agustín lo había negado: ya no es el alma individual, sino la colectividad entera, la especie humana. El segundo elemento, la perfección consubstancial a la eternidad, se convirtió en un atributo de la historia. Así se valoró por primera vez al cambio: los seres y las cosas no alcanzan su perfección, su plena realidad, en el otro tiempo de aquí -un tiempo que no es un presente eterno, sino fugaz. La historia es nuestro camino a la perfección."

Clarice Lispector:

"Conversa com filho.

- Sabe, eu tinha vontade, mamãe, de experimentar às vezes ficar doido.
- Mas pra quê? (Eu sei, eu sei o que você vai dizer, sei porque em mim o meu bisavô deve ter dito o mesmo, eu sei que é através de quinze gerações que uma só pessoa se forma, e que essa futura pessoa me usou para me atravessar e usará o filho de meu filho, assim como um pássaro pousado numa seta que vagarosamente avança.)
- Pra me libertar, assim eu ficava livre...
(Mas haverá a liberdade sem a prévia permissão da loucura. Nós ainda não podemos: somos apenas os gradativos passos dela, dessa pessoa que vem.)"

VII- Dibujo al llegar a casa. Mamita ayudó, pero Paupi rellenó todo lo que va en negro



domingo, mayo 24, 2009

VI

-¡Mamita, mira la foto! es como ese perrito de la panadería-


-Sí, Paupita, venga te alzo y la ves-


Y la mamita la arrancó, Paupita estaba muy llorona desde que le había subido la fiebre, no quería molestarla más y la calle estaba llena de las fotos esas. El perro del desconocido era de otro, le explicaba a su hija, el perrito se había perdido y ahora buscaban a su dueño.


Paula abría los ojos y no dejaba de preguntar. ¿Cómo se perdió? Se escapó de su casa. ¿Por qué haría eso? Quizá... quería tener una aventura. ¿Por qué? Para... para conocer gente nueva. ¿Y por qué lo querían devolver? Porque él no era el dueño. ¿Y por qué no volvía solo? Había perdido la dirección, a ver, ¿cuál es tu dirección?
Calle de las gaivotas,
- Gaviotas Paupi-
gaviotas, edificio Vistazul, piso 3-B.



Por la acera contraria venía Marisela despeinada, sin sostén, viendo su reflejo en los vidrios del banco. Cristina la saludó, pues no le quedaba de otra. A veces le daba pereza reencontrarse con sus compañeras de universidad con las que pasó cinco años sin tener nada qué decirse. No entendía cómo en 5 minutos recuperarían las palabras perdidas.


-Cristina, mujer, qué hermosa está tu beba- y le acarició el cabello a Paula, que se escondió apoyando la cabeza en el hombro de la mamá, nariz con cuello, mientras se tapaba el ojo con la foto de Octavio. A Marisela le dió ganas de pellizcarla, pero sonrió juguetona, mientras Cristina hacía un esfuerzo para acomodar ese peso muerto en que se convertía Paula cuando no quería nada con nadie.


-Sí, está bella mi gorda, ha estado enfermita, y- dijo mientras la subía- muy grandota para andar en brazos. ¿Cómo has estado tú, Mari?-


(¿Bien?¿mal? ¿No sabe, no contesta?) Pero prefirió:


- Bien, Cris, aquí, moviéndome con varios proyectos de arte, y trabajando mucho en casa. Un poco agobiada con el calor que está haciendo, pero muy bien. ¿Tú? ¿buscandole el hermanito?-


(Venganza menor.)


- No, qué va, por ahora no. Será más adelante...- Y llega Clem a saludar a Marisela y Cristina que carga a una niña que se tapa con la foto del perro.


-No, no es mío, Sasha sí. Yo le conté al Joaquin, es que me lo conseguí en la calle y me he dado a la tarea de buscar al dueño. No, no me lo puedo quedar, con la boxer tengo suficiente, aunque se llevan bien. - Clem veía a Marisela y de reojo a la foto de Octavio en las manos de la niña. De su bracito el cuello de la madre, del cuello el cabello y del cabello los ojos. Era muy bajita, parecía una niña que cargaba a otra niña.


- Cristina, mucho gusto. Ella es Paulita, mi hija y qué pena pero me pidió la foto, quedó encantada con el perrito y me la pidió. Ahora no dice nada porque anda penosa y de paso le da miedo la boxer. Paupi, ven y lo tocas conmigo, ¿quieres?

Paupita comienza a llorar y llorar y llorar. Cristina la alza, la mueva, la baja y decide despedirse. Marisela y Clem se quedan un rato más hablando, y ella se entera del plan que tienen hoy ellos, el Joaco y Clem, donde no parece caber ella.

V

Marisela tenía mucho calor y se quitó el pantalón de pijama, quedando en panties por la casa. Joaquin aún dormía, doblado como un frijol dentro de las sábanas.

"Voy a hacer las cosas bien" pensó Marisela mientras fumaba en el balcón. Las flores se le habían muerto, las muy estúpidas, mostrándoles a todos como era incapaz de cuidar nada. Llenó de agua los materos y vio caer las gotas a la acera, donde una vieja le veía las piernas.

"Voy a hacer las cosas bien", se repitió, pues comenzar el día fumando mientras le veian la ropa interior las señoras a las que mojaba con su regadera no le parecíó lo más acertado.

En la cocina debía estar la comida para el desayuno, lo prepararía a tiempo para Joaquin y quizá podrían tener una tarde tranquila. Las peliculas que alquilaron se vencerían sin verlas, había que, había que. Pero si Joaquin prefería hacer otra cosa le gustaría acompañarlo. Si se levantara algún día. Le gustaría tener otra cocina o que le gustara más cocinar. Pero cuando quería hacer algo se daba cuenta de que no habían los ingredientes adecuados y hoy era domingo y ya nada que hacer. Igual no tenía hambre, Joaquin no se levantaría nunca, aunque le tuviera el café con leche. Habían cosas que no cambiaban nada. Habían partidas de tren a las que se había llegado tarde, ingredientes que nunca estaban a tiempo.

Recordó la primera vez que lo vió. Pensó que era guapo, quizá demasiado guapo. Y se lo dijo. Pero se lo dijo en serio, no como halago, más bien como si le sacara un defecto. Ella que tenía várices, que la forma ladeada de la nariz le restaba equilibrio, que subía de peso si no se cuidaba, sabía que todo eso la hacían ser guapa a su manera, pero no hermosa. Suponía que ser hermosa era un peso, una pérdida de libertad. O más bien, que el no ser hermosa la hacía ser quien era. Atractiva cuando quería, invisible cuando no le interesaba. Joaquin tan alto, tan ojos verdes, tan sonrisa atractiva, tan abuelos florentinos. Nadie podía verlo y sólo pensar que era un tipo.

"Voy a hacer las cosas bien", pensó una vez más, pero no sabía por donde comenzar. Joaquin abrió los ojos y la vió. Ella lo saludó desde la puerta y entró pronto al baño para lavarse la boca. Volvió con él a la cama y le dijo "Voy a hacer las cosas bien".

"Quédate conmigo hoy" pensó, pero no se atrevió a decirlo.

Er primer mundo

Cito a Octavio Paz:

"Occidente se ha identificado con el tiempo y no hay otra modernidad que la de Occidente. Apenas si quedan bárbaros, infieles, gentiles, inmundos; mejor dicho, los nuevos paganos y perros se encuentran por millones, pero se llaman (nos llamamos) subdesarrollados (...) Al amparo de la ambigüedad del término se deslizan dos pseudoideas, dos supersticiones igualmente nefastas: la primera es dar por sentado que existe sólo una civilización o que las distintas civilizaciones pueden reducirse a un modelo único, la civilización occidental moderna; la otra es creer que los cambios de las sociedades y culturas son lineales, progresivos y que, en consecuencia, pueden medirse. Este segundo error es gravísimo: si efectivamente pudiésemos cuantificar y formalizar los fenómenos sociales -desde la economía hasta el arte, la religión y el erotismo-, las llamadas ciencias sociales serían ciencias como la física, la química o la biología. Todos sabemos que no es así. "

1989 Los hijos del limo, Barcelona, Seix Barral, p. 44

sábado, mayo 23, 2009

IV

Domingo en la mañana, domingo al mediodia. Clem terminaba su tarea con la responsabilidad y el buen hacer: había pegado por toda Villa de Luro el anuncio con la foto de Octavio. Octavio y Sasha lo acompañaron, a rastras, pues había más sol del que pensaron y Clem no les había llevado agua. Al final del camino se paró en una panadería y les compro un agua. Para él un gatorade. Lo esperaron amarrados afuera, mientras él veía como una niña se les acercaba para acariciarlos. Detalló los gestos de ella, veia siempre a quien viera a Octavio. Buscaba una luz de relación en sus gestos o una nota de nostalgia "oh, se parece a..." y con la pronunciación del nombre, Octavio que nunca atiende, se mostraría contento y se reencontrarían. Pero nada, la chica se asustó cuando Sasha se levantó a recibir cariño y corrió a los pantalones de la madre, metiendo su cabeza entre las dos rodillas. "No hace nada, Paula, no seas boba" le decía la mamá. Paola no era su dueña.
Salieron los tres de regreso a casa. Hoy vendría Joaquin, anda peleando con Marisela y no se la aguanta más, le dijo. Ni pensar en pasar una tarde de domingo metido en esa casa con ella.
En eso se la pasaban.

III Hojas tamaño carta pegadas en la calle


PERRO TIPO BEAGLE ENCONTRADO EN VILLA DE LURO

Encontré este perro en Villa de Luro la noche del 26 de abril. Tenía un collar azul sin identificación, pero le he puesto este mientras tanto. Si saben de alguien que esté buscando un perro con estas características o es usted el dueño, contácteme al 98989898

NOTA: deberá demostrar que es realmente el dueño.



martes, mayo 19, 2009

Perro Tipo Beagle encontrado en Villa Luro - Perros y Cachorros-2

Clem soñó que estaba en un aeropuerto, en un pequeño aeropuerto. Faltaban muchas horas para que saliera su avión - no sabría decir para donde iba, pero en el sueño, no se lo preguntaba- así que trataba de dormir en el suelo, apoyado en la maleta, estirado en las sillas. Pero la gente se acercaba, hablaba muy alto, el aire era muy frío, la posición le incomodaba y no alcanzaba el sueño.

Al ponerse de lado, sintió que se dormía, pero la cadera comenzó a dolerle. Era tan delgado, pensó, el hueso está chocando contra el suelo.
El hueso, la cadera, el suelo. El hueso de la cadera, la piel delgada, el pellejo. Su piel convertida en piel, la palabra piel, su hueso en h u e s o. Ingresó con el dolor de cadera en el mundo oscuro de las palabras, mundo cerrado que no apuntaba a nada real. Así, todo lo que antes estaba sintiendo, se convertía poco a poco en el signo linguístico que lo acompaña: el frío era la palabra frío, su oreja la palabra oreja y sus ojos se le metieron por el cuerpo, descomponiéndolo en oraciones sin verbo, como una larga lista de compras de alguien que no tiene dinero para ir al mercado.
Cabeza, ojos, nariz, hombros, sangre y bilis separándose en el espacio oscuro en el que se había adentrado. Objetos que huían, se separaban en un espacio sin aire, como el que le describían de niño cuando se disfrazaba de astronauta.
(su madre le había hecho aquel traje plateado, papel de cocina en el casco del papá).
Su lengua veía al cosmos de su ser desplegarse sin sentido por un espacio vacío y sin venas comunicantes. Nadie podía oirlo, las palabras (su cuerpo) lo abandonaban, papá se había ido.

Octavio chilló más duro en la sala.

Clem se levantó, se colocó una cholas, y salío a la sala, donde Octavio lo esperaba con la cola en movimiento. Clem le agradeció sacarlo de esa pesadilla, le agradeció que lo hubiera seguido, le agradeció estar esa noche con él. Le dió leche, y lo abrazó.

Octavio estaba vivo, había un corazón material que le enviaba sangre a todo el cuerpo y todo él, cabeza, pelos, orejas, uñas, era el perro que se había encontrado en la calle, y que no quería dormirse en la sala, extrañando quien sabe a quién, acostumbrado quizá a dormir con los dueños. Sasha entró a la cocina, abriendo sus oscuros ojos como preguntándole si a ella también le daría leche. Clem le tocó la cabeza y se contuvo las ganas de llorar. Estaba harto de llorar por nada. Recordó otro regalo que le había dado la vida. Al sacar una botella de coca-cola de una máquina dispensadora, había salido no sólo su vuelto, sino una rara moneda, inmensa, pesada, de 5 pesos dominicanos. Clem no sabía ni que existía ese país, pero alguien se la había dejado. ¿Quién le habría dejado a Octavio?

Nadie, se dijo, nadie. Alguien como el que metió sin querer aquella moneda, y no se tomó el trabajo de recogerla. Había que aprender a leer bien los signos, se dijo, y recordó la terrible sensación de las palabras que se alejaban de las cosas. Tomó agua y se sintió reconfortado de sentirla bajar por la garganta. Ahí estaba él, bombeando sangre, vivo, como Octavio.

lunes, mayo 11, 2009

Perro Tipo Beagle encontrado en Villa Luro - Perros y Cachorros

Perro Tipo Beagle encontrado en Villa Luro - Perros y Cachorros

Fuente: www.perrosycachorros.com

Encontre un perro adulto macho tipo Beagle en los alrededores de Villa Vilu la noche del 26/04/09. Tiene un collar azul sin identificación. Es muy educado y se ve que está en bien alimentado. Si saben de sus dueños, por favor me contactan a través de este medio o a mi cel 98989898.



Clem escribió esto en su página de FB, también en su msn. Pidió a todos sus contactos para que estuvieran pendientes de un dueño perdido, pues al perro él lo había encontrado. Antes de poner alguna de estas letras, le había dado en secreto un nombre a su compañero: Octavio. Era un beagle fuerte, probablemente de más de 4 años y le gustaba calificarlo como respetuoso. No respondía a ese nombre, pero en vano intentó llamar su atención con otras palabras comunes: no volteó su cara ni ante Dino, Rex o Bingo. Reconoció, eso sí, la palabra "comida" y también, la palabra "vamos". Sabia quedarse quieto cuando le ponían la cadena de Sasha, la boxer que lo acompañaba desde hacía apenas un año. Ella parecía muy contenta con el nuevo invitado de la casa.. A Clem le preocupó que pudiera montar a Sasha, pero decidió que era muy alta y que Octavio jamás alcanzaría. Había estado en celo sólo una vez y no estaba seguro de cuándo volvería a estarlo. Sabía que no era mensual como en sus compañeras humanas -compañeras que ahora eran apenas recuerdos- pero no tenía la certeza de cuando se iba a repetir el sangrado de ella.Clem revisó de nuevo su anuncio y se dio cuenta que había cometido un error. Antes de la frase “bien alimentado” sobraba la conjunción “en”.“se ve que está en bien alimentado”. Recordó su duda ante escribir “en buenas condiciones” ; pero había fallado al recomponerlo.
Decidió dejarlo como estaba cuando sintió un retorcijón en su barriga: luego de caminar hasta el pueblo para ir a la cerrajería, ser perseguido por Octavio por más de cinco cuadras y concluir que era mejor hacerlo pasar a casa que dejarlo en la calle, había olvidado comer. Se levantó de su silla y se dirigió a la cocina naranja que su madre ayudó a decorar, y nos dejó en la mesa de su cuarto, con la privacidad pertinente que produce el ruido de una licuadora para poder hablar del que tenemos casi al lado.

Me gustaría acotar algunas cosas, pues hasta ahora es apenas una suma de letras con sonido, C L E M, con un perro, con dos perros, con un anuncio y una alusión a su soltería. Alusión que por el tono podemos adivinar impuesta, no consentida. Tiene además un bigote duro, anaranjado, amarillo, que conduce a una barba poco tupida, pelirroja también. Las hebras de su cabello largo las lleva recogidas, de raya al medio y sus ojos azules detrás de unos lentes que parecen flotar.

Les regalo la primera impresión al verlo: he aquí una especie de antepasado nórdico, como un australopitecus ario, perdido en una montaña de nieve. Un gran mono albino, que vive pegado a una computadora en donde traduce textos, come a deshoras y está interesado por una infinidad de cosas que lo hacen desconocer cosa alguna en profundidad. Pero ahora ha encontrado una mascota, que sabe que no es suya pero quiere quedarse, que espera que nadie encuentre aunque busca a su dueño.

(Continuará)