viernes, marzo 26, 2010

Aquí llueve

me pides que te pregunte algo
cualquier cosa

aquí llueve, te digo
y veo desde mi ventana
los paraguas extendidos de los viandantes
de los andantes de a pie

quieres regalarme tu memoria

estás lejos y aquí llueve.
la casa de piedra tiembla
tras el paso del tren eléctrico
las campanas suenan cada hora
y las gaviotas planean bajo,
como si la plaza abandonada
la plaza de los vidrios rotos
del pasado inconcluso
fuese
de repente
el mar

cuál es tu secreto, gaviota?
te vi monstruo a la luz del día.
Cruel,
te clavaste en las plumas
de una paloma viva.
Gimes cada tarde
como un niño tonto
y te posas idiota en la piedra
haciendo que miras pero sin mirar.

Aquí llueve, te digo
y veo desde mi ventana a la gaviota,
ella y otras mil más
bordear la plaza sucia
como quien bordea el mar
y renacer en sus mentiras
como el sol que ahora sale

borda la señora un cielo
para la niña que nunca tuvo
todos a la borda de un barco oscuro
encallado en el medio del mar

me amenazan con historias
"tengo que contarte algo"
y yo busco un espacio, un pecho
entre mis huecos y piel
para meter nuevas palabras.

tú no, tú eres amable,
me dices,
pregunta
pregunta lo que de mí
quieres saber

Por qué vuelas así?
dime,
hay entre esos escombros otro mar
otro barco que no podemos ver?

No tengo más espacios, gaviota
tu escritura de aire me está dejando sin respuestas.

miércoles, marzo 24, 2010

edificios de palabras

1
La madre tiene un gesto de cansancio que se confunde con tristeza. Sentada en la mesa del pequeño café, mantiene en el aire la cuchara con la sopa que su hija debe comer. Dos botas plásticas rosadas, un jean corto, un sweater fucsia y cabello rizado dan vueltas alrededor de una silla, narrandole un cuento al aire. Sin interrumpirse, luego de mirar su reflejo en el vidrio que lleva al balcón, la niña se da la vuelta y traga la crema verdosa que se ha ido enfriando. Se mete debajo de la silla y continua su soliloquio, que acompaña con gestos y muecas, que no están dirigidas ni a su madre ni a nadie de los que creemos que estamos ahí, afuera.

La niña se está contando.



2
Portugal es una niña que se cuenta varias historias, y a la que le gusta acumularlas y cargar con su peso; cosa que le imposibilita contarse nuevas. Es una niña melancólica, con muy buena memoria. Tiene, como todas las niñas, un especial apego por su historia de amor. Como fue hace mucho tiempo, se mezcla con la leyenda, aunque siempre aclara y se enorgullce de que está basada en hechos Reales: sus protagonistas de sangre azul vivieron en el siglo XIV y dejaron una huella sensible en forma de ataúd que pueden ser hoy tocado en Alcobaça. A la menina Portugal le gusta tocar las cosas para comprobar que siguen lejos.



3
Alfonzo y Beatriz, reyes de Portugal, tuvieron a un hijo, Pedro, heredero al trono y a quien casaron con Constança. Inés era una criada gallega que trabajaba para Constança, y de quien Pedro se enamora.

(se enamora perdidamente

se enamora locamente

se enamora inconscientemente

se enamora inculpadamente

se enamora trágicamente

se enamora desaconsejadamente)

y de quien Pedro se enamora. Constança muere en el parto del que será el rey Fernando, y Pedro se lleva a Inés a vivir con él en el palácio que su abuela le había reservado para su legítima esposa. Es decir, vive con ella en desobediencia.

(se enamora desobedientemente)



4
Veza cuenta raras historias; arrolladoras y crueles. Le gusta ver el efecto rápido, como el gas que sube en una coca-cola batida. Va un poco de aquí para allá, llenándose de palabras la boca, escupiendo sílabas bonitas, brillantes, espontáneas, irresponsables. Sangre, fuego, salsa, fuerza; como una poeta. Desinteresada en el aburrido artesanato del narrar, prefiere abrir chorros de palabras,definitivas y fugaces.



5
Terminada la sopa, la madre guarda los potes plásticos en el bulto rosado, y sin decir palabra, estira la mano que no es sujetada por la niña. La madre se despreocupa, y sube la rampa a partir de la mitad. La niña le dice

no

y camina solita hasta el inicio de la rampa, armando frases en donde regaña a la madre, pues debe aprender que hay que subir desde el principio, por aqui, por aqui, dice, dando pasos fuertes. Luego las palabras la llevan a otras palabras, como en los sueños nos llevan las imagenes a otras imagenes.



6
Pedro e Inés tienen cuatro hijos, aunque el primero muere precozmente. Alfonzo, cansado de esta situación, manda a matar a Inés, el amor de su hijo. Tres hombres, cuyo nombre guarda la memoria, asesinan a Inés cuando Pedro no estaba. Sus lágrimas crearon la Fuente de los Amores, y su sangre las algas rojas que ahí se encuentran. Dos años después, Pedro es Rey.



7
Artima quiere saber finalmente si me voy a quedar con la gata. Yo no lo sé, le digo, pregunto a los otros y tengo sus respuestas, pero aún yo no lo sé. Los animales merecen ser recibidos en una casa que se sabe constante, y yo no sé en cuanto tiempo voy a tener eso. Pero la estuve llamando desde niña, girando sobre mis botas rosadas en el estacionamiento del Manarí. Tengo su historia creada desde hace mucho tiempo y es como si las palabras me la hubieran mandado convertida en camisa anaranjada para arropar.

8
Me habla de calor, de incendios y de violencia. Estira sus manos al cielo alzando una pelvis, mientras se apoya en una danta gigante. Cemento blanco, estructuras de concreto armado, montañas de ladrillos; cemento gris, sujetos concretos y armados. ¿Cuál es su historia de amor? Luisa presa en una celda de cinco metros, viendo morir a su hijo a quien no pudo ver por la cercanía con la oscuridad y la locura. Manuela soberana y lejana, Bárbara indomable y salvaje. Rupturas, quiebres, escarpados, catatumbo. Amores de lanza y vértigo, relámpago.

9
Pedro exhuma el cadáver de la Reina Inés, pues se había casado con ella en secreto, y obliga a toda la corte a besarle la mano, sentando su cuerpo putrefacto en el trono. Busca y consigue a dos de los tres que intervinieron en el asesinato de Inés y les saca el corazón del pecho. Finalmente, entierra el cuerpo de ella en el monasterio de Alcobaça, y manda a hacer los túmulos donde aún hoy descansan juntos, uno frente al otro, para verse a los ojos el día del juicio final.

10
¿Cómo se llamaba esa gata que estaba en el estacionamiento de mi edificio? ¿alguien se recordará? ¿era la misma, como yo me contaba, a la que le di leche en el piso 12, escondida como estaba entre los tubos del agua? ¿Realmente siempre que yo daba vueltas sobre mi eje, de brazos estirados, maullando, llegaba hasta mi? Los expertos dicen que Pedro nunca exhumó a Inés para ser besada, y que no mató de esa forma a los asesinos. También que la niña tiene mucha imaginación no discierne entre realidad y fantasía, como si la realidad al ser contada, de la manera que sea, no pasa a ser también otra narración, otra historia que nos pone en pie y soporta.

11
No sé si te sirve, Artima, pero me narro a Filipa y siento que podría ser esa parte de la menina memoriosa y nostálgica que vino para irse conmigo, aunque me aleje. Portugal entre bigotes y garras, Pedros e Ineses en su pelaje, Irene silenciosa, navegantes, pescadores y la señora de la cafeteria que me trató tan bien todo mi primer año. Y aquella anciana, hermosa, con su sobretodo de piel y sus ojos casi ciegos que sentían pudor cuando eran alegres. Si me llevo a Filipa podría, al tocarla, comprobar que todo está lejos.

domingo, marzo 21, 2010

viernes, marzo 12, 2010

Querido señor que estaba en la biblioteca,

no recuerdo muy bien el nombre que dijo cuando nos presentamos, querido señor que estaba en la biblioteca, sólo sé que dijo un apellido. Le escribo porque me dejó con una felicísima sensación. Como de haber conseguido un abuelo perdido, o un peluche que te robó una prima hace años, o el fósil de una lagartija-mascota, dormido en la caja de la infancia. Lástima que sólo se atrevió a hablarle a mi amiga cuando ya nos íbamos, porque a mí me estaba gustando muchísimo lo que nos contaba, sobre todo, la manera en que lo hacía. Yo no tenía tanta hambre, podía haber cenado a las 8 y oirle todos los cuentos finales que tenía. Es muy finisimo hablar de libros, lo sé, y supongo que luego de leer durante 5 eras geológicas será más dificil callarse.

Voy a buscar el libro de José Cardoso Pires que me recomendó y también el que usted estaba leyendo en alemán, para que cuando nos volvamos a encontrar se de cuenta que lo tomé en serísimo y podamos seguir hablando como buenos amigos. Le puedo presentar a S. para que le ayude con el alemán y algún día, quizá, me deje tomarle unas fotos. Le confieso que casi lo hago, incluso acerqué el bolso para sacar la cámara, mientras lo veía subrayando y recortando comics (y me moría de ganas de saber por qué hacía eso), pero me frené. No quería que ese gesto tomara un significado que no pudiera enmendar. Mas bien, un día nos tomaremos una foto de los dos, de pie uno al lado del otro, en los jardines del palacio de cristal, sonriendo hacia la cámara, con un árbol grande y florido a nuestras espaldas. Saldrá un poco a contraluz, pero la guardaré como a una estrella-de-mar. Usted tendrá unos pantalones de tela marrones y yo sostendré en la mano uno de esos pitillitos de hierba que tienen en la punta pelusa desprendible. De los blanquitos, parecidos a mini pompones.

La verdad es que yo ya lo había visto, más de una vez, en la biblioteca, pero siempre sentado en el último piso, acompañado por todos sus tics y su respiración sonora. Desde entonces llevaba conmigo la pregunta que por fin le hice. No creí que me hablara, me senté en su misma mesa solamente para compartir el espacio con el viejito-casi-ser-mitológico. Es que usted parece haber sostenido con la frente la torre de granito durante siglos, o haber segado sus arrugas copiando las líneas del metro de Madrid. Mi amiga me dijo en la cantina"pensé que no tenía dientes", y pues, yo también lo había pensado. Pero sí que nos los mostró varias veces, grandes y amables, sobresaliendo en nuestra futura foto. En fin, que escribo todo esto para reiterarme la esperanza de encontrarlo una próxima vez.

Com os melhores cumprimentos,

Ana Lucía, a menina da Venezuela.
Pd: Sim, o Rómulo Gallegos é venezuelano. Borges, infelizmente, não. É argentino

jueves, marzo 11, 2010

Lemon Incest




L'amour que nous n'f'rons jamais ensemble
Est le plus beau le plus violent
Le plus pur le plus enivrant


Me gusta mucho la canción de Serge Gainsbourg y su hija, Charlotte, "Lemon Incest", grabada en los años ochenta y cuyo video no puede ser más polémico: ambos en una cama, rodeados de bruma, con ropas de dormir, cantando al amor que se tienen "y que no pueden hacerse". Aún así, me sigue pareciendo conmovedor y puro, sin dejar de ser sensual pero no por ello incestuoso. O completamente incestuoso, quizá deba decir.
A mi amiga S. le pareció violento, y veía en Charlotte una víctima; la canción una oda no sólo al incesto sino también a la pedofília. La verdad el factor de la edad de ella me hacía el descubrimiento de su padre como algo más puro. Quizá porque supe por mucho más tiempo de lo normal sentir amor no-físico puedo entender lo que supongo, ella, Charlotte, sentiría hacia su padre. Es el amor que de pensarlos, ya siento fuertemente por mis hijos varones y que leía tan bien en la cara de mi tía hacia R, o de mi madre hacia sus mamulones.
Para mí este video es provocador y al mismo tiempo pleno, pues trata del gran tabú que nos hace humanos, la prohibición que nos socializa y que constituye a la familia. Claro que no estoy de acuerdo con el incesto, jejeje, si es que una frase así tiene cabida, pero simplemente creo en las palabras de la canción...la linda Charlotte habrá sido el amor de la vida de su papá mujeriego y él parece estar descubriendo ese tipo de amor que no incluye al cuerpo, que prescinde de él. ~

Claro que debe ser muy duro tener un papá así.
S. recuerda cuando le dijo a su padre para casarse con ella; yo me acuerdo de siempre estar a favor de mi papá y pensar que era la persona más inteligente y sabia del planeta. Pero ni el papá de S. ni el mío reforzaron ese amor (e hicieron bien). En cambio, un playboy como Gainsbourg, que necesita y vive del amor loco de cuanta mujer se le atraviese, habrá creado una supra-imagen en su niña. Especulaciones, claro, pero al ver esta escena, hasta yo me siento una niña y me enamoro un poco del feísimo y viejo Serge.

lunes, marzo 01, 2010

Malandreo poético: Miyó hablando cloro

Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor


En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor
Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella
De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor
De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda en el baño dará vuelta
a la llave del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos montañas y llanuras noches domésticas

Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste alegre vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio

Chino Valera Mora

Tè con Manzanilla

Mi amigo,
el chino,
escribiò una vez sobre còmo se sientan
y caminan
las mujeres despuès de hacer el amor. No llegamos a discutir el punto
porque muriò como un gafo,
vìctima de un ataque cardìaco curado con tè de manzanilla. De haberlo hecho,
le habrìa dicho que lo ùnico bueno de hacer el amor
son los hombres que eyaculan
sin rencores
ni temores.
Y despuès de hacerlo nadie tiene ganas
de sentarse
o de caminar.

Miyò Vestrini