viernes, agosto 06, 2010

Infancia, de Coetzee

Leyendo las primeras páginas de la autobiografia novelada de Coetzee, uno de mis autores contemporáneos preferidos, busco en mis propios recuerdos aquellos momentos que de algún modo ya diseñaban las formas que contendrían mi alma.

Iba a cumplir años, yo diría que 5. Pero pueden ser incluso 4, pues mi fiesta de 5 fue de los Cariñositos, a los 6 fue mi operación y a los 7 ya estaba en el colegio, y este recuerdo es anterior, es en el kinder.

Iba a cumplir años y mi mamá me trajo unas invitaciones para entregarle a mis compañeros. Eran unas invitaciones de papel con el dibujo de un payaso. El payaso era alto y tenía algo de perverso; estaba mal dibujado, y los colores no eran bonitos, no brillaban. Llevaba en la mano un grupo de globos que volaban.
El dibujo me pareció muy feo, y lo dije, se lo dije a mi mamá. Pero luego, me sentí infinitamente mal. Incluso, creo que ahora, cuando lo recuerdo, aún siento ese peso que sentí. Me entristecía el tener que aceptar que no me gustaban, que no me gustaban para nada, que no entregaría esas invitaciones. No quería ya llevar invitaciones, no quería ya tener fiesta. No queria que mi mamá comprara otras invitaciones. Sé que ella guardó esas en la mesita de noche de su cuarto, y si no me engaño, siguen ahí, agrupadas con mi culpa, mi primera gran sensación de culpa.

miércoles, agosto 04, 2010

soñé

que me cortaban el pelo corto, muy corto, y que me llamaba Laia.
Estaba muy molesta. Estaba mi mamá.

Desperté tocándome el pelo. Ahí estaba.

lunes, agosto 02, 2010

del monstruo


el contacto con el monstruo lo convierte en un familiar. nada de lo que es familiar es monstruoso.

y de los golpes, perdió el miedo.

todo nuevo golpe es un monstruo. toda nueva flor es la flor, toda novedad el infinito. luego le medimos las formas, lo ennumeramos, le damos una función, o dos, o tres, y ya no le tenemos ni miedo ni entusiasmo. así vamos matando(nos) poco a poco.