miércoles, agosto 16, 2017

16 de agosto de 1917


Un 16 de agosto pero de 1917, es decir, hace 100 años, nació en Portugal mi abuela paterna, María de Lourdes de Bastos, de quien heredo el apellido. Su padre, Francisco de Bastos, murió cuando ella tenía dos años; lo suficiente, podríamos pensar, para que ella heredara su nombre que, luego, la confusión migratoria ha mantenido hasta mí, pues mi padre, nacido Cavilhas, fue anotado en Maiquetía como De Bastos. Como un nuevo bautizo lo hacían nacer otra vez, de su misma madre, para una nueva vida.



Madera, golpe, tosquedad, parece decir la palabra basto, pero es también fuego, uno de los elementales en el tarot. Reina de Bastos, de signo solar y lunar Leo, mi abuelita me dejó las ganas de escribir sobre ella y la búsqueda del modo correcto de contar lo poco - casi nada - que sé de su vida, pues no llegamos a coincidir en tiempo y espacio (y busco escribir uno en donde pueda escucharla).
Me cuentan que mi abuela fue muy feliz en Caracas, adonde emigró con mi abuelo, luego de seis años de separación. Pudieron visitar al menos una vez a su familia que vivía en Brasil, donde ella había crecido, y donde, muy probablemente, se le quedaron las ganas y las formas del trópico. Dos veces inmigrante, en su propio país, Portugal, como brasilera, y en Venezuela como portuguesa, mi abuela de Bastos posee esa vivencia universal de desplazamiento que está en todos los ancestros, sabor del tuétano de lo humano, que busca hacer casa segura y muchas veces para ello tiene primero que perderla.
Marina valiente, espero saber contarte del mejor modo, para que podamos ahora y siempre comprenderte. Feliz cumpleaños.

(En esta foto tendría por lo menos diez años menos que yo. Aún vivían en Portugal. Ya no se usaban esas telas en la cabeza; Marina se las había puesto bromeando, aunque ante nuestros ojos contemporáneos tanto el blanquinegro de la foto como su disfraz sean parte de un mismo pasado que, perezosos, yuxtaponemos.)