martes, marzo 28, 2017

del 28 de marzo


SOBRE AQUELLAS PALABRAS
Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado, 
que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. 
Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida, 
 en los brazos del amor mi alma quedó caída. 

Y cobrando nueva vida de tal manera he trocado 
que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. 
Hirióme con una flecha enherbolada de amor, 
y mi alma quedo hecha una con su Criador, 

Ya no quiero otro amor pues a mi Dios me he entregado,
 y mi amado es para mi, y yo soy para mi amado.

viernes, marzo 24, 2017

y cómo actuarías tú cuando te pase, realmente, eso

De cómo la visión de lo más apreciado nubla nuestro entendimiento y nos priva de lo que más queremos. Sobre Eurídices dulces, la obnubilación primate ante aquello a lo que no nos podemos resistir:



Le enseñaron a Sheba dos platos de comida. Uno tenía seis caramelos y el otro un solo caramelo. Las reglas eran simples. Cualquiera que fuera la bandeja de dulces que Sheba eligiera, Sarah recibiría esos caramelos. Sheba, por su parte,  tomaría el plato que no eligiese. No importa cuántas veces fue ejecutada la prueba, Sheba siempre elegía la bandeja con seis caramelos. A su creciente agitación, recibía un solo caramelo y observaba el deleite de Sarah mientras se bañaba en dulces. Boysen estaba desconcertada. Sheba era experta en contar y sumar. ¿Cómo podía seguir cometiendo un error así? Pero cuando cambiaban de papeles, sucedía lo mismo con Sarah. Entonces le pasó a Kermit, a Bobby, y a cada chimpancé en la colonia. Como sucede a veces con los niños, había algo en la visión de  dulces reales que interfería con su capacidad de elegir el plato con el mayor número de caramelos, incluso cuando Boysen sabía que ellos sabían que sus elecciones le jugaban a la contra. Boysen tuvo una idea. Sabía que cada chimpancé entendía los números arábigos del 1 al 6. En vez de presentarles platos que contenían dulces reales, les mostraba platos sólo con números y veía qué plato elegían. En todo lo demás las reglas se mantuvieron iguales. Sheba fue la primera. Si escogía el plato que contenía el número 6 sobre el plato con el número 1, Sarah obtendría seis caramelos y ella recibiría uno. “Sin ninguna duda”, informó Boysen, “y dada la primera oportunidad de hacer tal elección, Sheba eligió el número más pequeño, el 1”.[i] Todos los chimpancés se desempeñaron significativamente mejor cuando los números arábigos reemplazaron a los dulces reales. Su capacidad aparente mental para representar un número como un símbolo eliminó casi por completo el efecto que la interferencia  de los caramelos reales les produjo.[ii]  Cuando una de las bandejas de dulces fue reemplazada por un símbolo, el efecto de interferencia fue eliminado casi de la misma manera. 

Wise, Rattling the Cage


[i] Sarah T. Boysen, supra note 51, at 449–450
[ii] Id. at 449–58; S.T. Boysen et al., “Quantity-Based Interference and Symbolic Representations in Chimpanzees (Pan troglodytes), 22 Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes 76 (1996); Sarah T. Boysen and Gary G. Berntson, “Responses to Quantity: Perceptual Versus Cognitive Mechanisms (Pan troglodytes),” 21 Journal of Experimental Psychology: Animal Behavior Processes 82 (1995).

lunes, marzo 13, 2017

a dois meses do centenário das aparições





 palavras de ar portuguesas

fôlego
aragem
azagaia
bulir

lunes, marzo 06, 2017

del 6 de marzo


Yo, señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir escribiendo.