miércoles, octubre 28, 2009

PEIXE



Ola,

We found your orange PEIXE and only after 3 weeks we found your little note inside.....our son is palying happily with your little fish, so the fish has a nice new home ;o)

kind regards,
mirjam






Post número 100 :)

sábado, octubre 24, 2009

jueves, octubre 22, 2009

Talho

Reveo el álbum familiar y noto que mi tío se parece a mi abuela, que mi padre también, pero menos. Que mi abuelo y su familia son todos muy altos para ser portugueses, con un tono de blancura muy nórdica para ser portugueses, con pecas y ojos claros y maxilares delineados y narices delicadas, mucho, para ser portugueses. De dónde vendrían los antiguos Cavilhas, o serían más bien del lado de mi bisabuela, estos antepasados caucásicos que me heredaron tantos centímetros? No hay historias recientes de su viaje, apenas sabemos que las últimas generaciones eran ganaderos que compraban y vendían vacas, que alimentaban y cuidaban vacas, que degollaban, descuartizaban y cortaban –por la zona exacta para el sabor adecuado- vacas, y las exhibían en sus carnicerías, a la vista de todos, como guerreros.

( ayer vi una paloma muerta, como un pote de pasta de tomate que se haya caído, carne molida desmenuzada, entre plumas y paticas naranja).

La sangre, a mí, la sangre, no me gusta nada. Mi sangre no me trajo de esa sangre para picar cuerpos. Quizá apenas para describirlos.

sábado, octubre 17, 2009

A Luis Miguel Navas lo cortaron en pedacitos

Llegábamos a casa y habían unos hombres en el techo del edificio arreglando algo. Não é teto, é telhado, me dijo mi tío corrigiéndome. Así la palabra se convierte en frontera, lo que es cara no es sello, porque tiene otro nombre. La sombrilla, al contrario, es sombrilla por abajo y por arriba, como también lo es la alfombra: el lado que roza el piso y el lado que roza mis pies. Pero el techo y el tejado son inseparables pero diferentes, la otredad encontrada de espaldas. Lo que tapa mi cabeza é teto, lo que aguanta el sol y la lluvia, é telhado.¿Y cómo se llama el reverso de la piel? Meto mi dedo en la boca, donde ya no es mejilla, sino teto: todo tan a carne viva. Muerdo ese cachete interno y le busco un nombre. No es encía ni labios. Es húmedo y contiene el aliento, un túnel con entrada de luz antes de llegar a ser garganta, que no cuello, y sumergirnos en la oscuridad recubierta del reverso, aquella que soporta sangre, vísceras y huesos.

viernes, octubre 09, 2009

Suéter blanco

Me enviaron un suéter blanco, tejido, suave, de Venezuela. No es un suéter que parezca de allá, ni que sería recomendable usar con ese sol. Imagino que me picaría la piel, alrededor del cuello, y que lo guindaría de mi cartera. En el autobus -carrito por puesto- se caería, pues la gente en su movimiento se lo llevaría entre cierre y cinturón. Entonces se estiraría uno de los hilitos de lana, largo largo, dejando un hueco, que luego no sabría cómo tapar. Se desprendería de mi cartera y los albañiles lo pisarían con sus zapatos limpios, sus camisas limpias, sus manos limpias, su cabello mojado y cepillado con peine negro plano que llevan en el bolsillo de atrás de su limpio pantalón. El sudor del día está guardado entre sus ropas en un bolso casi siempre azul; pero ya a esa hora -las 5 de la tarde- bienperfumados, mantienen la fuerza para entrar antes al carrito-por-puesto como si no hubiesen trabajado todo el día con sus brazos.

La cosa es que es un suéter muy conveniente para los días duros, no tanto los fríos. Una capa de calor suave, como un abrazo de Fausta, la señora grande y gorda que vive con los Mantilla para cuidarle los nietos. Fausta está ahí, como un corazón, generando amor para todos. Todo el amor que se les vá en el día a día, porque las colas, porque los médicos, porque los alumnos, Fausta lo regenera. Sentada en la cocina, entendiendolos a todos, completamente sola. Claro que mi suéter no es tan sabio ni tan gordo, ni abraza tan fuerte, ni tiene esa voz un tanto chillona y particular de Faustica. Apenas es un suéter, pues.

La verdad, no es nada fuerte. Quizá es eso lo que acompañe en días así. Que sea delicado y débil, vulnerable; que muestre todas sus costuras y métodos, como tendones al viento. Que cada uno de sus hilos se puede enredar, inconsciente, de tanto sitios, y destruirse poco a poco, mientras trata de alejarse, ingenuo, de aquello que lo hala. Para terminar deshecho entre dos sitios, lana descosida de un lado, mitad de manga del otro.