jueves, febrero 14, 2013
jueves, febrero 07, 2013
delirio de mimbre
una pelota tejida, de mimbre, habla del infinito: al menos a
simple vista no se sabe dónde comienza ni dónde termina, como si desde siempre
hubiera estado cerrada. pero lo más sugerente es que, aunque cercada, deja ver
su interior, idéntico a lo que la rodea:
vacío. un cuerpo tejido, de mimbre, que guarda un vacío, que lo demarca.
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los cuerpos por dentro están llenos de sangre y vísceras y
glóbulos y tripas y conductos de pellejo y jugos y olores, pero sobre todo, de
oscuridad. si cortas un cuerpo podrías encontrar todo esto pero todo esto
dejaría de estar en movimiento, pues los cuerpos por dentro están llenos de una
plastilina mojada que escurre y succiona con cierto compás, pás, pás, pás, de
arriba a abajo o de un lado al otro o de arriba a un lado, pero siempre igual
al, al; pás, al, pás, al; simetría.
Por afuera procuramos trenzarnos el pelo y cortarnos las
uñas.
dentro de los cuerpos, como dentro de las casas, suceden
cosas recónditas todo el tiempo -invisibles -. por fuera procuramos tejer
cables de luz y de teléfono, tendemos cabuyas para poner a secar la ropa que
nos cubre la piel y la garganta por donde sube y baja nuestra saliva y
por donde también se deja sentir el adentro acompasado del cuerpo y el corazón
de las casas que pás, al, pás, al, pás. los cuerpos salen de las casas y buscan
otros cuerpos y los pastorean y los ordeñan y los venden en un sitio que los
venderá a otro sitio que los venderá a otro sitio y luego los trocearán,
dejando a la vista las esponjas gelatinosas que hasta entonces no eran más que
ritmo y oscuridad. ese cuerpo ya sólo es afuera, pero ha servido para crear ese
tejido de cuerpos que recogen y entregan que recogen y entregan (se
entretejen), para luego llevárselo dentro.
Por afuera nos abruma el vacío.
los cuerpos recorremos ese vacío y nos
entrelazamos con cuerpos para formar otros cuerpos más grandes. nos reunimos en
el trabajo después de despertarnos a la misma hora después de haber preparado
la comida el día anterior después de haber intentado dormir por lo menos seis
horas - ah, déjame dormir hoy cinco minutos más - para recoger y entregar y tender
cables e hilos y fibras que aparentan entrelazarnos y hacernos parte de algo
que rodea un centro al que pocos se han asomado a ver. un adentro invisible -
vacío - rodeado de lo mismo.
cuando eso sucede, cuando entrelazamos nuestros cuerpos,
quedamos como la bola de mimbre
perfectamente tejida, en apariencia infinita.
pero - ¿cúando?
Etiquetas:
Hablando paja,
tejiendo palabras
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