Aquí les traduzco un poema de Herberto Helder a las mamás, la mía, la de la mía y las nuevas: Mariana y Cristina.
Fuente
II
En la sonrisa loca de las madres golpean las leves
gotas de lluvia. En la amadas
caras locas golpean y golpean
los dedos amarillos de los candiles.
Que se balancean. Que son puras.
Gotas y candiles puros. Y las madres
se aproximan soplando los dedos frios.
Su cuerpo se mueve
por el medio de los huesos filiales, por los tendones
y los órganos sumergidos,
y las calmadas madres intrínsecas se sientan
en las cabezas filiales.
Se sientan, y están allí en un silencio demorado y apresado,
viendo todo,
y quemando las imágenes, alimentando las imágenes,
mientras el amor es cada vez más fuerte.
Y les golpea en las caras, el amor leve.
El amor feroz.
Y las madres son cada vez más bellas.
Piensan los hijos que ellas levitan.
Flores violentas golpean en sus párpados.
Ellas respiran a lo alto y bajo. Son
silenciosas.
Y su cara está en el medio de las gotas particulares
de la lluvia,
alrededor de los candiles. En el contínuo
escurrir de los hijos.
Las madres son las cosas más altas
que los hijos crean, porque se colocan
en la combustión de los hijos, porque
los hijos están como invasores dientes-de-león
en el terreno de las madres.
Y las madres son pozos de petróleo en las palabras de los hijos,
y se lanzan, a través de ellos, como chorros
fuera de la tierra.
Y los hijos se sumergen como buzos en el interior
de muchas aguas,
y traen a las madres como pulpos empaquetados en las manos
y en la agudeza de toda su vida.
Y el hijo se sienta con su madre en la cabcera de la mesa,
y a través de él la madre mueve aqui y allí,
en las tazas y en los tenedores.
Y a través de la madre el hijo piensa
que ninguna muerte es posible y las aguas
están conectadas entre sí
por medio de la mano de el que toca la cara loca
de la madre que toca la mano presentida del hijo.
Y por dentro del amor, hasta solamente ser posible
amar todo,
y ser posible reencontrar todo por dentro del amor.
Herberto Helder en: Ou o poema continuo
traducido por moi.
En la sonrisa loca de las madres golpean las leves
gotas de lluvia. En la amadas
caras locas golpean y golpean
los dedos amarillos de los candiles.
Que se balancean. Que son puras.
Gotas y candiles puros. Y las madres
se aproximan soplando los dedos frios.
Su cuerpo se mueve
por el medio de los huesos filiales, por los tendones
y los órganos sumergidos,
y las calmadas madres intrínsecas se sientan
en las cabezas filiales.
Se sientan, y están allí en un silencio demorado y apresado,
viendo todo,
y quemando las imágenes, alimentando las imágenes,
mientras el amor es cada vez más fuerte.
Y les golpea en las caras, el amor leve.
El amor feroz.
Y las madres son cada vez más bellas.
Piensan los hijos que ellas levitan.
Flores violentas golpean en sus párpados.
Ellas respiran a lo alto y bajo. Son
silenciosas.
Y su cara está en el medio de las gotas particulares
de la lluvia,
alrededor de los candiles. En el contínuo
escurrir de los hijos.
Las madres son las cosas más altas
que los hijos crean, porque se colocan
en la combustión de los hijos, porque
los hijos están como invasores dientes-de-león
en el terreno de las madres.
Y las madres son pozos de petróleo en las palabras de los hijos,
y se lanzan, a través de ellos, como chorros
fuera de la tierra.
Y los hijos se sumergen como buzos en el interior
de muchas aguas,
y traen a las madres como pulpos empaquetados en las manos
y en la agudeza de toda su vida.
Y el hijo se sienta con su madre en la cabcera de la mesa,
y a través de él la madre mueve aqui y allí,
en las tazas y en los tenedores.
Y a través de la madre el hijo piensa
que ninguna muerte es posible y las aguas
están conectadas entre sí
por medio de la mano de el que toca la cara loca
de la madre que toca la mano presentida del hijo.
Y por dentro del amor, hasta solamente ser posible
amar todo,
y ser posible reencontrar todo por dentro del amor.
Herberto Helder en: Ou o poema continuo
traducido por moi.
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