el contacto con el monstruo lo convierte en un familiar. nada de lo que es familiar es monstruoso.
y de los golpes, perdió el miedo.
todo nuevo golpe es un monstruo. toda nueva flor es la flor, toda novedad el infinito. luego le medimos las formas, lo ennumeramos, le damos una función, o dos, o tres, y ya no le tenemos ni miedo ni entusiasmo. así vamos matando(nos) poco a poco.
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