Noviembre me trajo una nueva rutina que me esmero en cumplir. Al principio siempre es más fácil, pues parece un reto que se acabará al pasar los primeros días. Me levanto temprano, baño, desayuno, tren y trabajo en la Editorial. A las dos de la tarde salgo, tren, almuerzo y siesta o no aguanto más. Me despierto, me cambio, camino unas cinco cuadras y trabajo en la tienda, hasta las 9, 9:15, 9:30, 9:45 o lo que nos lleve cerrar todo lo hecho, cuadrar todo lo vendido. De ahí a la casa ya son las 10, y estoy cenando con mucho sueño pero ganas de hacer tantas cosas. O de repasar lo que hice, pensé, sentí, pues la vida así en gerundio corre muy rápido y, no sé por qué me parece, es como si no pasara realmente.
.así como un sueño que no se recuerda al despertar.
1 comentario:
Gerundios que nos tapan la vista, nos aislan. Y cuando reaccionamos, se nos pasó la vida
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