Léase en la nota que colorea este escrito lo siguiente: "Incluso con 81 años es un placer ver tanta pierna bonita al aire". Una nota dejada a mi amiga Stefani por un señor de, probablemente, esa edad. Tomaba un café, raramente temprano, con Meghie, la brasilera del swing, mientras dejaba desprevenida a sus piernas, de costumbres ciclistas portuenses, escapar por la raja de su falda.
Como "noticia del día" bautizó su encuentro con este viejito portugués atrevido que le pidió permiso para dejar ese papel en su mesa. Acto que Stefanie calificó de impensable en cualquier hombre de esa -o de cualquier- edad en su país de origen, Austria. "Pero yo nací en el sitio equivocado" concluye, soñando con paisajes de palmeras y puestas de sol en playas donde todos apasionadamente dicen lo que piensan y lanzan besos a quien ven pasar.
Imposible no pensar que fue un gesto bonito, verdad? y dejarlo por escrito, con elegancia en la letra. Me hace pensar a un profesor de la escuela, que hablaba de la diferencia entre Eliot y Yeats tomando como ejemplo un poema de éste último que trataba de una chica jóven y bonita en un aeropuerto. Eliot no le interesaría hacer un poema sobre ninguna, ni sobre ningún cuerpo, o quizá sí, pero del otro lado de lo carnal; el de la tierra baldía, la esterilidad, o el que nos espera tendido en una cama de hospital en la canción de amor de Alfred Prufrock.
1 comentario:
Bueno, yo digo que seré un viejo azul turquesa. Las europeas en general tienen, además de la cara, las piernas bonitas.
m.
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