viernes, junio 11, 2010

y mi cuerpo desabrochándose, me sosiega

hay voces fuertes y textos (tejidos, continuidades de palabras y sentidos) que me anonadan: frente al lenguaje soy una hoja que tiembla, entregada. Las palabras me atingen por mi inclinación natural a su verdad. En cierto espacio de mi cuerpo - para qué decir superfluo, si no sé donde se esconden -
impactan y doblan mi discurso, que es lo mismo que decir mi piel. Por eso, quizá, me cuesta tanto afirmar. Lo que sí sé es que que debajo de todas esas palabras, adentro del mundanal ruido, que es mucho más que eso, está el discurso verdadero, lenguaje volteado hacia afuera, entrañas silenciosas que son El Sentido y permiten que el mundo, con todo su peso, continue girando en el vacio.

para leer esas palabras, vivo. para escribir una de ellas, entrego mis ojos, mis oidos y mi voz.

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