sábado, julio 30, 2011

Partir, Dios mío, partir...

Podría copiar la nota exacta que escribí hace año y medio cuando viajaba. Esta vez también paso por Roma, también habrá una estadía en casa de mi abuela, también me lleno de ansiedad y emociones -diferentes, encontradas- el volver. Esta vez he conseguido los regalos para todos, y alargo la hora de dormir, la hora de cerrar la maleta, como quien decide dejar en la lluvia la ropa que quiere secar.

Le arranco al tiempo de la partida las horas de nadie, como dice Cavalli. Y sopeso con ellas las palabras de Caeiro y su, partir, Dios mio, partir, me da miedo partir.

Llevo viva mi flor en el pecho. El aire de mi tierra me devolverá el olfato.


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