jueves, enero 17, 2008

feroz sorriso- Herberto Helder

Transforma-se o amador na coisa amada com seu
Feroz sorriso, os dentes,
As mãos que relampejam no escuro. Traz ruído
e silêncio. Traz o barulho das ondas frias
e das ardentes pedras que tem dentro de si.
E cobre esse ruído rudimentar com o assombrado
silêncio da sua última vida.
O amador transforma-se de instante para instante,
e sente-se o espírito imortal do amor
criando a carne em extremas atmosferas, acima
de todas as coisas mortas.

Transforma-se o amador. Corre pelas formas dentro.
E a coisa amada é uma baía estanque.
É o espaço de um castiçal,
A coluna vertebral e o espírito
Das mulheres sentadas.
Transforma-se em noite extintora.
Porque o amador é tudo, e a coisa amada
é uma cortina
onde o vento do amador bate no alto da janela
aberta. O amador entra
por todas as janelas abertas. Ele bate, bate, bate.
O amador é um martelo que esmaga.
Que transforma a coisa amada.

Ele entra pelos ouvidos, e depois a mulher
Que escuta
Fica com aquele grito para sempre na cabeça
A arder como o primeiro dia do verão. Ela ouve
E vai-se transformando, enquanto dorme, naquele grito
Do amador.
Depois acorda, e vai, e dá-se ao amador,
Dá-lhe o grito dele.
E o amador e a coisa amada são um único grito
Anterior de amor.

E gritam e batem. Ele bate-lhe com o seu espírito
De amador. E ela é batida, e bate-lhe
Com o seu espírito de amada.
Então o mundo transforma-se neste ruído áspero
Do amor. Enquanto em cima
O silêncio do amador e da amada alimentam
O imprevisto silêncio do mundo
E do amor.

HERBERTO HELDER

Se transforma el amador en la cosa amada con su
feroz sonrisa, los dientes,
las manos que relampaguean en lo oscuro. Trae ruido
y silencio. Trae el sonido de las olas frías
y de las ardientes piedras que tiene dentro de sí.
Y cubre ese ruido rudimental con el asombrado
silencio de su última vida.
El amador se transforma de instante a instante,
y se siente el espíritu inmortal del amor
creando la carne en extremas atmósferas, encima
de todas las cosas muertas.

Se transforma el amador. Recorre las formas por dentro.
Y la cosa amada es una bahía estanque.
Es el espacio de un candelero,
la columna vertebral y el espíritu
de las mujeres sentadas.
Se transforma en noche extintora.
Porque el amador es todo, y la cosa amada
es una cortina
donde el viento del amador golpea en lo alto de la ventana
abierta. El amador entra
por todas las ventanas abiertas. Él golpea, golpea, golpea.
El amador es un martillo que aplasta.
Que transforma la cosa amada.

Él entra por los oídos, y después la mujer
que escucha
se queda con aquel grito para siempre en la cabeza
ardiendo como el primer día del verano. Ella oye
y se va transformando, mientras duerme, en aquel grito
del amador.
Después despierta, y va, y se da al amador,
le da el grito de él.
Y el amador y la cosa amada son un único grito
anterior de amor.

Y gritan y golpean. Él le golpea con su espíritu
de amador. Y ella es golpeada, y le golpea
con su espíritu de amada.
Entonces el mundo se transforma en ese ruido áspero
del amor. Mientras encima
el silencio del amador y de la amada alimentan
el imprevisto silencio del mundo
                                                         y del amor. 




HERBERTO HELDER. traducción por Ana Lucía

1 comentario:

nrjm dijo...

e depois a mulher que escuta fica com aquele grito para sempre na cabeça