sábado, octubre 17, 2009

A Luis Miguel Navas lo cortaron en pedacitos

Llegábamos a casa y habían unos hombres en el techo del edificio arreglando algo. Não é teto, é telhado, me dijo mi tío corrigiéndome. Así la palabra se convierte en frontera, lo que es cara no es sello, porque tiene otro nombre. La sombrilla, al contrario, es sombrilla por abajo y por arriba, como también lo es la alfombra: el lado que roza el piso y el lado que roza mis pies. Pero el techo y el tejado son inseparables pero diferentes, la otredad encontrada de espaldas. Lo que tapa mi cabeza é teto, lo que aguanta el sol y la lluvia, é telhado.¿Y cómo se llama el reverso de la piel? Meto mi dedo en la boca, donde ya no es mejilla, sino teto: todo tan a carne viva. Muerdo ese cachete interno y le busco un nombre. No es encía ni labios. Es húmedo y contiene el aliento, un túnel con entrada de luz antes de llegar a ser garganta, que no cuello, y sumergirnos en la oscuridad recubierta del reverso, aquella que soporta sangre, vísceras y huesos.

1 comentario:

Jaime Senra dijo...

me gusta mucho este texto, visto tanto de adentro como de afuera