Un día tal vez comprendan que he
cumplido, como ningún
otro, mi deber innato de intérprete de un siglo y, cuando lo comprendan, escribirán que en mi época fui un incomprendido, que infelizmente viví entre desafectos y frialdades, y
que
es una pena que eso me haya sucedido. Y
el
que escriba esto, en la época que lo escriba, tampoco comprenderá, como los que ahora
me rodean, a mi análogo
de aquel tiempo futuro. Porque los hombres
solo aprenden para uso de sus bisabuelos, que ya
murieron. Solo a los muertos les sabemos enseñar las verdaderas reglas de vivir.
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