209 Dios me ha creado para ser
niño, y me ha dejado siempre niño. Pero,
¿por qué ha dejado que la Vida me golpease y tirara mis juguetes, y me dejase
solo en el recreo,
arrugando con manos
tan débiles el delantal
azul, sucio de tantas
lágrimas? Si yo no podía vivir sino siendo cuidado,
¿por qué tiraron a la basura mi cariño? Ah, cada vez que veo en la calle un niño llorando, un niño exiliado
de los demás, me duele más que la tristeza
del niño el horror
desprevenido de mi corazón exhausto. Me duelo con toda la estatura de la vida
sentida, y son mis manos las que doblan la esquina del babero, son míos los
labios torcidos por las lágrimas verdaderas, es mía la debilidad, es mía la soledad, y las risas de la vida adulta que pasa me lastiman como luces de cerillas
encendidas con la rugosidad sensible de mi corazón.
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