miércoles, marzo 24, 2010

edificios de palabras

1
La madre tiene un gesto de cansancio que se confunde con tristeza. Sentada en la mesa del pequeño café, mantiene en el aire la cuchara con la sopa que su hija debe comer. Dos botas plásticas rosadas, un jean corto, un sweater fucsia y cabello rizado dan vueltas alrededor de una silla, narrandole un cuento al aire. Sin interrumpirse, luego de mirar su reflejo en el vidrio que lleva al balcón, la niña se da la vuelta y traga la crema verdosa que se ha ido enfriando. Se mete debajo de la silla y continua su soliloquio, que acompaña con gestos y muecas, que no están dirigidas ni a su madre ni a nadie de los que creemos que estamos ahí, afuera.

La niña se está contando.



2
Portugal es una niña que se cuenta varias historias, y a la que le gusta acumularlas y cargar con su peso; cosa que le imposibilita contarse nuevas. Es una niña melancólica, con muy buena memoria. Tiene, como todas las niñas, un especial apego por su historia de amor. Como fue hace mucho tiempo, se mezcla con la leyenda, aunque siempre aclara y se enorgullce de que está basada en hechos Reales: sus protagonistas de sangre azul vivieron en el siglo XIV y dejaron una huella sensible en forma de ataúd que pueden ser hoy tocado en Alcobaça. A la menina Portugal le gusta tocar las cosas para comprobar que siguen lejos.



3
Alfonzo y Beatriz, reyes de Portugal, tuvieron a un hijo, Pedro, heredero al trono y a quien casaron con Constança. Inés era una criada gallega que trabajaba para Constança, y de quien Pedro se enamora.

(se enamora perdidamente

se enamora locamente

se enamora inconscientemente

se enamora inculpadamente

se enamora trágicamente

se enamora desaconsejadamente)

y de quien Pedro se enamora. Constança muere en el parto del que será el rey Fernando, y Pedro se lleva a Inés a vivir con él en el palácio que su abuela le había reservado para su legítima esposa. Es decir, vive con ella en desobediencia.

(se enamora desobedientemente)



4
Veza cuenta raras historias; arrolladoras y crueles. Le gusta ver el efecto rápido, como el gas que sube en una coca-cola batida. Va un poco de aquí para allá, llenándose de palabras la boca, escupiendo sílabas bonitas, brillantes, espontáneas, irresponsables. Sangre, fuego, salsa, fuerza; como una poeta. Desinteresada en el aburrido artesanato del narrar, prefiere abrir chorros de palabras,definitivas y fugaces.



5
Terminada la sopa, la madre guarda los potes plásticos en el bulto rosado, y sin decir palabra, estira la mano que no es sujetada por la niña. La madre se despreocupa, y sube la rampa a partir de la mitad. La niña le dice

no

y camina solita hasta el inicio de la rampa, armando frases en donde regaña a la madre, pues debe aprender que hay que subir desde el principio, por aqui, por aqui, dice, dando pasos fuertes. Luego las palabras la llevan a otras palabras, como en los sueños nos llevan las imagenes a otras imagenes.



6
Pedro e Inés tienen cuatro hijos, aunque el primero muere precozmente. Alfonzo, cansado de esta situación, manda a matar a Inés, el amor de su hijo. Tres hombres, cuyo nombre guarda la memoria, asesinan a Inés cuando Pedro no estaba. Sus lágrimas crearon la Fuente de los Amores, y su sangre las algas rojas que ahí se encuentran. Dos años después, Pedro es Rey.



7
Artima quiere saber finalmente si me voy a quedar con la gata. Yo no lo sé, le digo, pregunto a los otros y tengo sus respuestas, pero aún yo no lo sé. Los animales merecen ser recibidos en una casa que se sabe constante, y yo no sé en cuanto tiempo voy a tener eso. Pero la estuve llamando desde niña, girando sobre mis botas rosadas en el estacionamiento del Manarí. Tengo su historia creada desde hace mucho tiempo y es como si las palabras me la hubieran mandado convertida en camisa anaranjada para arropar.

8
Me habla de calor, de incendios y de violencia. Estira sus manos al cielo alzando una pelvis, mientras se apoya en una danta gigante. Cemento blanco, estructuras de concreto armado, montañas de ladrillos; cemento gris, sujetos concretos y armados. ¿Cuál es su historia de amor? Luisa presa en una celda de cinco metros, viendo morir a su hijo a quien no pudo ver por la cercanía con la oscuridad y la locura. Manuela soberana y lejana, Bárbara indomable y salvaje. Rupturas, quiebres, escarpados, catatumbo. Amores de lanza y vértigo, relámpago.

9
Pedro exhuma el cadáver de la Reina Inés, pues se había casado con ella en secreto, y obliga a toda la corte a besarle la mano, sentando su cuerpo putrefacto en el trono. Busca y consigue a dos de los tres que intervinieron en el asesinato de Inés y les saca el corazón del pecho. Finalmente, entierra el cuerpo de ella en el monasterio de Alcobaça, y manda a hacer los túmulos donde aún hoy descansan juntos, uno frente al otro, para verse a los ojos el día del juicio final.

10
¿Cómo se llamaba esa gata que estaba en el estacionamiento de mi edificio? ¿alguien se recordará? ¿era la misma, como yo me contaba, a la que le di leche en el piso 12, escondida como estaba entre los tubos del agua? ¿Realmente siempre que yo daba vueltas sobre mi eje, de brazos estirados, maullando, llegaba hasta mi? Los expertos dicen que Pedro nunca exhumó a Inés para ser besada, y que no mató de esa forma a los asesinos. También que la niña tiene mucha imaginación no discierne entre realidad y fantasía, como si la realidad al ser contada, de la manera que sea, no pasa a ser también otra narración, otra historia que nos pone en pie y soporta.

11
No sé si te sirve, Artima, pero me narro a Filipa y siento que podría ser esa parte de la menina memoriosa y nostálgica que vino para irse conmigo, aunque me aleje. Portugal entre bigotes y garras, Pedros e Ineses en su pelaje, Irene silenciosa, navegantes, pescadores y la señora de la cafeteria que me trató tan bien todo mi primer año. Y aquella anciana, hermosa, con su sobretodo de piel y sus ojos casi ciegos que sentían pudor cuando eran alegres. Si me llevo a Filipa podría, al tocarla, comprobar que todo está lejos.

1 comentario:

micaribebloc dijo...

Esto está bellísimo Anita. me gusta mucho. Gracias.

Annabel