jueves, junio 11, 2009

Y Vanessa llamó- IX

Había visto que el letrero seguía en la calle e incluso, podía afirmar, que luego de los días de lluvia lo habían renovado. El dueño del Beagle seguía desaparecido y ella (por qué no?) podía ser también su dueña.
Llevaba casi un año viviendo en esa ciudad, transferida por la compañia en la que trabajaba desde que terminó la licenciatura -5 años atrãs- y no había conseguido aún hacer amigos o sentirse en casa. Con un perro se sentiría acompañada, tendría algo que hacer además de ir y volver del trabajo y quizá podría conocer gente con los mismos intereses: perros, collages, collares, peliculas europeas.
Era una locura, verdad? pensaba. Si tomaba la decisión debía continuar por siempre la mentira, incluso si apareciera el dueño verdadero. Y eso sí sería una escena completamente estúpida. Ella, halando por la cadena a "su" perro (le gustaría llamarlo Felipe) y la emoción de Felipe al ver a sus dueños reales, diciéndole por fin un nombre que su cola reconoce.

-Hola, si? estoy llamando por el perro perdido. Por Felipe, sí, es mío.-

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