sábado, mayo 23, 2009

IV

Domingo en la mañana, domingo al mediodia. Clem terminaba su tarea con la responsabilidad y el buen hacer: había pegado por toda Villa de Luro el anuncio con la foto de Octavio. Octavio y Sasha lo acompañaron, a rastras, pues había más sol del que pensaron y Clem no les había llevado agua. Al final del camino se paró en una panadería y les compro un agua. Para él un gatorade. Lo esperaron amarrados afuera, mientras él veía como una niña se les acercaba para acariciarlos. Detalló los gestos de ella, veia siempre a quien viera a Octavio. Buscaba una luz de relación en sus gestos o una nota de nostalgia "oh, se parece a..." y con la pronunciación del nombre, Octavio que nunca atiende, se mostraría contento y se reencontrarían. Pero nada, la chica se asustó cuando Sasha se levantó a recibir cariño y corrió a los pantalones de la madre, metiendo su cabeza entre las dos rodillas. "No hace nada, Paula, no seas boba" le decía la mamá. Paola no era su dueña.
Salieron los tres de regreso a casa. Hoy vendría Joaquin, anda peleando con Marisela y no se la aguanta más, le dijo. Ni pensar en pasar una tarde de domingo metido en esa casa con ella.
En eso se la pasaban.

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